domingo, 14 de agosto de 2011

Simplemente, hoy soy yo...

Hoy escribo una nueva entrada en el blog. Pues nada, ¡ya está! (Risas). En realidad no se por qué hago esto. En fin, simplemente serán los años que comienzan a pesarme o a lo mejor sencillamente he decidido hacer algo que merezca la pena celebrar hoy y que conste en una parte de mí. Eso nunca lo sabremos.

Lo que sí sabremos es que este corrector es una mierda y me dice que es mejor escribir "sencilla mente" por separado. Atenernos a las consecuencias de prescindir de él es una de las decisiones más importantes de nuestra vida porque en realidad, ese corrector (incorrecto) debería ser algo parecido a nuestro profesor de ortografía. ¡Todo sea por la ciencia! Desprestigiamos (y exiliamos) toda la forma de vida que no se asemeja a nosotros, con el afán e instinto de protección humanos, pero en realidad deberíamos aceptarlas.

Nunca he aprendido nada [de la vida] que me sea útil y, aunque 19 años empieza a ser una buena cantidad, espero ser un mediocre ciudadano del mundo. Sólo aquellos que se dejan llevar, aquellos que realmente saben donde están ellos mismos y sus propias metas saben quienes son y cual es la consecuencia de ese pensamiento, esa sabiduría que [no] comparten con cualquier ser que se precie como persona.

Platón dijo una vez que "Pensamientos correctos conducen a acciones justas" o algo parecido. Yo siempre me he preguntado: ¿Qué cojones significa eso?. Me gustaría ver como un suicida, con su manera de pensar de kamikaze, es capaz de asociar tales conceptos. Siempre he querido saber que es lo que añadiríamos a las páginas de la vida para que sea (de una puta vez) más dulce. Tal vez la expresión "de una puta vez" no lo sea, tampoco me importa el uso prolongado de la palabra "puta", pero sólo (y cuando digo sólo es completamente sólo) cuando seamos capaces de apreciar la muerte, de sentir sus frías garras caer en nuestro (para frasear a Garcilaso) enhiesto cuello, seremos capaces (cabe añadir la expresión, de nuevo, "de una puta vez") de añadir ese terrón de azucar en una vida llena de injusticias morales, prejuicios sociales y leyes antidemocráticas. Sólo (y repito, sólo) se conseguirá la paz con la sensación de que necesitamos morir un poco cada día para poder vivir cada noche.


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