Después de
Auschwitz,
infierno
entre las flores de Polonia,
donde la
Muerte cabalgaba desbocada,
inmisericorde,
irracional, rencorosa,
y donde se
hacinaba la esperanza
en el día
de la liberación.
Después de
Auschwitz
se escribe
poesía
como un
acto de civilización
contra la
sumisión y la barbarie
para saber
que el tiempo sólo lame
las heridas
superficiales,
y que el
olvido engendra errores.
Después de
Auschwitz
se escribe
poesía
para decir
con eco inextinguible
que la
muerte no es la única salida.