Tú lluvia, eres quien moja el rostro del mundo.
Eres
digna emperatriz de las noches silenciosas,
la
reina del mundo, de la tierra, de la tenaz tierra.
¡Al
fin tú, lluvia! No te rindes nunca, por nada.
Hermana
de los rayos, aquellos violentos gemelos
que
arrasan con todo, con tu creación, con nosotros.
¿Quién
no sería pintor al contemplar el mejor cuadro?
¿Cuál
poeta sería sin su eterna inspiración mundanal?
¿Qué
músico no se atrevería a tocar en tu nombre?
¡Llórame
en un río, corazón de hielo! ¡Llórame!
Porque
hasta el más arduo hombre lo haría,
hasta
el más necio se postra entre tus sollozos,
tus
penas, tus amores incondicionalmente sobrios.
Un
hombre solitario transpira sudor y emociones:
¿Quién
llora? ¿Es él quien sufre sus baldías condenas?
J.
Poveda
En
dedicación a mi apasionada musa, Ainhoa.
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