lunes, 20 de febrero de 2012



Mirando al azar, así es como te veía.
Sonado ya el esperpento, oído ya la tragedia.
Siguiendo con veloz trote,
caballo que susurra su nombre,
hidalgo que tañe su espada.
¡CORRE! ¿Crees que llegarás a buen puerto?
No sabes la amargura que alienta el claroscuro.
Sigue siendo, y por es, el amable rostro
del anciano sonriendo, viéndote, oyéndote.
Nace de las grandes colinas
aquel todopoderoso gigante,
aquel al que osáis llamar vuestro hijo.
Nacido de una estirpe de príncipes,
os arrebata la vida, el trono
y vuestra mujer, su madre.
No será presuroso en tu búsqueda,
preferirá que el pudrir de tus venas
te alcance antes que el vasto imperio
que sigue su rumbo, como un río,
hasta el mar.

1 comentario:

  1. quizás las letras vivan en nuestra sangre y nos hagan ser quienes somos...

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