Mirando al azar, así
es como te veía.
Sonado ya el
esperpento, oído ya la tragedia.
Siguiendo con veloz
trote,
caballo que susurra
su nombre,
hidalgo que tañe su
espada.
¡CORRE! ¿Crees que
llegarás a buen puerto?
No sabes la amargura
que alienta el claroscuro.
Sigue siendo, y por
es, el amable rostro
del anciano
sonriendo, viéndote, oyéndote.
Nace de las grandes
colinas
aquel todopoderoso
gigante,
aquel al que osáis
llamar vuestro hijo.
Nacido de una estirpe
de príncipes,
os arrebata la vida,
el trono
y vuestra mujer, su
madre.
No será presuroso en
tu búsqueda,
preferirá que el
pudrir de tus venas
te alcance antes que
el vasto imperio
que sigue su rumbo,
como un río,
hasta el mar.
quizás las letras vivan en nuestra sangre y nos hagan ser quienes somos...
ResponderEliminar