martes, 14 de febrero de 2012



Noche, quebrada noche. Naces del
estupor de la mañana.
Dulce esperpento que atañe al frío
corazón que late por madrugada.
El corazón que late en cada
sombra, en cada amor sombrío que
acecha las colinas del aire.
Sopla temido estupor ya nombrado.
No caes en el olvido con las
garras de los hombres si no es con
una cálida espada.
Danza con el hálito de todos aquellos
que esperan ambos lados de la carretera.
Muere por fin en el ardor de la cuna que
tanto ahuyentas, que tanto vigilas,
que tanto amas. Nace luego
de esas cenizas y vive en el desperfecto
orden que tanto te ha tocado soñar y
acontece, pues, en tu dulce despertar.

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